Martín Lutero (10 de
noviembre de 1483 -- 18 de febrero de 1546), nacido en Eisleben, Sacro Imperio
Romano Germánico (actual Alemania) como Martin Luder, después cambiado a Martin
Luther, como es conocido en alemán, fue un teólogo y fraile católico agustino
que comenzó e impulsó la reforma religiosa en Alemania, y en cuyas enseñanzas se
inspiró la Reforma Protestante y la doctrina teológica y cultural denominada
luteranismo.
Lutero se caracterizó
por exhortar a que la Iglesia cristiana regresara a las enseñanzas originales de
la Biblia, impulsando con ello una restructuración de las iglesias cristianas en
Europa.
La reacción de la Iglesia Católica Romana ante la reforma protestante,
fue la Contrarreforma. Sus contribuciones a la civilización occidental se llegan
a considerar más allá del ámbito religioso, ya que sus traducciones de la Biblia
ayudaron a desarrollar una versión estándar de la lengua alemana y se
convirtieron en un modelo en el arte de la traducción. Su matrimonio con
Catalina de Bora el 13 de junio de 1525 inició un movimiento de apoyo al
matrimonio sacerdotal dentro de muchas corrientes cristianas.
Hijo de Hans y
Margarette Lutero, Martín nació el 10 de noviembre de 1483 en Eisleben
(Alemania) y fue bautizado el día que se celebraba la festividad de San Martín
de Tours. En 1484 su familia se trasladó a Mansfeld, donde su padre dirigía
varias minas de cobre. Habiéndose criado en un medio campesino, Hans Lutero
ansiaba que su hijo llegara a ser funcionario civil para darle más honores a la
familia. Con este fin, envió al joven Martín a varias escuelas en Mansfeld,
Magdeburgo y Eisenach.
Lutero surgió del seno
de la pobreza. Sus primeros años transcurrieron en el humilde hogar de un
aldeano de Alemania, que con su oficio de minero ganara los medios necesarios
para educar al niño. Quería que ese hijo fuese abogado. El padre de Lutero era
hombre de robusta y activa inteligencia y de gran fuerza de carácter, honrado,
resuelto y franco.
Era fiel a las
convicciones que le señalaban su deber, sin cuidarse de las consecuencias. Su
propio sentido común le hacía mirar con desconfianza el sistema monástico. Le
disgustó mucho ver que Lutero, sin su consentimiento, entrara en un monasterio,
y pasaron dos años antes que el padre se reconciliara con el hijo, y aun así no
cambió de opinión.
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